lunes, 2 de junio de 2008

La larga travesía por el desierto


Turquía cumple todos los requisitos técnicos para entrar en la UE, pero no logra completar sus reformas

F. C. 20/01/2008

La visita del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan a España ha reactivado el debate sobre el ingreso del país euroasiático a la Unión Europea. El propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, manifestaba abiertamente su apoyo a la adhesión turca, mientras que Erdogan aprovechaba la ocasión para recordar que Turquía cumple con todos los requisitos técnicos de la Comisión, razón suficiente para que la UE "explique de forma científica por qué no se les acepta dentro del club comunitario". Para el jefe del Ejecutivo turco, su país cumple los criterios de Maastricht, a diferencia de muchos actuales socios de la UE.

Un largo camino

La adhesión de Turquía a la Unión Europea ha estado marcada por un largo y tortuoso camino de más de 40 años y que comenzó formalmente en octubre de 2004. Unas negociaciones que casi siempre han estado condicionadas por la política, la religión y los derechos civiles, pero también por la economía. Precisamente, el argumento que Erdogan ha tomado como referencia para agilizar su ingreso. Los datos indican que Turquía ha crecido a tasas que duplican a la Unión Europea en el último lustro, realizando importantes esfuerzos para adaptar su economía a estándares comunitarios.

Después de solventar la severa crisis del sistema financiero de 2001, el país ha tenido un crecimiento sostenido que le ha permitido casi triplicar su PIB en seis años. Con una producción de 500.000 millones de dólares, el país se ha colocado en el puesto número 17 de las economías más grandes del mundo y en el sexto del continente, después de los Países Bajos. Durante esta década, la Administración turca también ha logrado controlar sus elevadas tasas de inflación, un mal que ha afectado históricamente a las finanzas turcas, con tasas que en el año 1997 rozaron el 100% de crecimiento anual. En 2001, este indicador llegaba al 68,5%, producto de la fuerte depreciación de la moneda local, la lira, reduciéndose hasta el 8,6% en 2007.

Esta evolución ha ido acompañada con el control de las cuentas públicas que, de momento, le permiten cumplir con los criterios de austeridad presupuestaria establecidos en Maastricht. Después de una serie de acuerdos con el FMI, Turquía ha pasado de tener un déficit fiscal del 12,9% del PIB en 2002 hasta bajar del 3% exigido por Europa a partir del año 2005. En cuanto a la deuda pública, ésta se ha reducido hasta el 64% en 2006, desde el 104% de 2001. Datos que, según Turquía, le hacen cumplir adecuadamente los estándares europeos. No obstante, para el club comunitario hay una serie de reformas que aún están pendientes.

Descontando las disputas con Chipre, el problema kurdo, los escasos avances en materia de derechos civiles y mejoras del sistema judicial, hay trabas económicas que siguen siendo un problema. En sus sucesivos informes sobre la adhesión, la Comisión ha advertido que la autoridad monetaria no es lo suficientemente independiente del poder político y que las autoridades públicas no terminan de desligarse del sistema financiero. En al ámbito del empleo, la UE ha detectado incumplimientos relativamente importantes en lo que se refiere al respeto de los derechos sindicales, a la lucha contra el empleo no declarado y a las capacidades administrativas.

Temas pendientes

Otro de los temas aún pendientes para la UE es la fiscalidad y su escasa adaptación al acervo comunitario en temas como el IVA y los tipos aplicados, la estructura y los tipos de los impuestos especiales y la fiscalidad directa. No obstante, la Comisión reconoce que, en cuanto a la competencia, la armonización con el acervo en el ámbito de los acuerdos entre empresas está ya muy avanzada y que la adaptación legislativa en este ámbito continúa progresando. También destaca la consolidación de la intermediación financiera, aunque aún se detectan problemas en el avance de sectores clave como la energía y los transportes.

Por su parte, la OCDE agrega que se debe hacer más esfuerzos para atraer al inversor extranjero, además de trabajar para reducir los elevados tipos de interés y mejorar la flexibilidad de los mercados laborales, lo que debería ayudar a la economía a mejorar su competitividad. En su último informe de 2007, la Comisión advierte un panorama positivo para la constitución de empresas.

Esto ha permitido que la inversión extranjera directa (IED) haya tocado niveles récord durante 2007. Los últimos datos del Gobierno turco indican que este indicador pasó de los 1.700 millones de euros de 2003 a los 16.000 millones de euros hasta octubre de 2007. Un dato que en su mayoría se debe al proceso privatizador que se está emprendiendo y que podría disparar hasta los 30.000 millones de dólares la IED.

Precisamente la inversión es uno de los puntos clave para las empresas europeas y españolas. Durante 2006, más del 70% de las inversiones llegadas al país llegaron desde los países europeos, superando los 10.500 millones de euros durante 2006 y los 2.700 millones hasta abril de 2007. Los sectores más apetecidos son la construcción, el turismo y las infraestructuras. Pero no sólo eso. Con más de 80 millones de habitantes, los intercambios comerciales de Turquía con Europa van en alza. En 2005 se dirigieron a la Unión Europea el 52,3% de las exportaciones turcas. En importaciones turcas, en 2005, el 42,1% de las mismas procedían de la UE. El saldo comercial es tradicionalmente favorable a la UE.

La conexión española

La apuesta de Zapatero por Turquía, manifestada esta semana, no es una casualidad. En los últimos años, las cifras de intercambios comerciales entre ambos países marcan sucesivos récords. En 2007 se alcanzaron los 7.000 millones de euros, frente a los 6.000 millones del ejercicio anterior. El propio Erdogan ha señalado que su deseo es que esta cifra se eleve a los 10.000 millones cuanto antes. De esta manera, las exportaciones de la economía española hacia Turquía alcanzaron en 2006 un 2,8% de la cuota de mercado. De acuerdo con los datos de la Oficina Económica y Comercial de España en Ankara, España fue el sexto país receptor de exportaciones turcas en 2006 con un 4,3%.

Según el Instituto de Comercio Exterior (Icex), el punto débil en las relaciones económicas y comerciales entre España y Turquía es la inversión. La concentración de las inversiones españolas en países de Latinoamérica y la UE hace que Turquía no sea un objetivo prioritario. Con todo, los datos oficiales del país euroasiático indican que Turquía es el undécimo receptor de la inversión española al extranjero, con 333 millones de euros acumulados hasta marzo de 2007. Las posibilidades españolas están centradas en sectores como las infraestructuras, el turismo y la energía.

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