lunes, 23 de junio de 2008

Galileo entra en una órbita sin retorno

El acuerdo sobre su financiación da vía libre al programa europeo de navegación por satélite

RAMÓN CASAMAYOR 16/12/2007


Primero fue Airbus y ahora Galileo. La Unión Europea acaba de dar un paso de gigante en la consolidación del sistema de navegación por satélite Galileo al haber alcanzado un acuerdo sobre su financiación. Hace sólo unos lustros produjo bastante hilaridad en la industria de EE UU el nacimiento del consorcio europeo para la fabricación de grandes aviones civiles, que acaba de entregar su ejemplar número 5.000 habiendo arrebatado a la norteamericana Boeing la mitad del mercado mundial. Algo parecido va a ocurrir con el proyecto Galileo a partir de 2014, cuando se haya desplegado su constelación de 30 satélites alrededor de la Tierra. El actual GPS de origen y titularidad militar habrá quedado obsoleto ante las ventajas que supone el sistema europeo, aunque se trata de dos sistemas complementarios.

Todo parece indicar que se ha superado ya el punto de no retorno, aunque no son pocos los problemas que habrá que resolver, fundamentalmente el año que viene. Desde el momento de su gestación, ha habido miembros de la UE, como Reino Unido, Holanda o Suecia, que no han escondido sus reticencias. Y tampoco han faltado los palos en la rueda que EE UU ha tratado de poner. Su financiación, ante la gratuidad de la señal básica del GPS, se reparte entre la Agencia Espacial Europea y los Gobiernos de la Unión.

La última crisis se presentó el pasado verano, cuando la industria privada abandonó completamente el proyecto porque no le salían las cuentas. Entonces se necesitaban unos 3.400 millones de euros para financiar la fase de despliegue fundamentalmente hasta 2013, y los presupuestos de la UE hasta ese año sólo prevén unos 1.000 millones. La Comisión decidió hace unos días desviar unos 1.600 millones de los fondos no utilizados de la Política Agraria Común del presupuesto de este año, y los 800 millones restantes, de los programas de investigación del presupuesto del próximo año.

Unanimidad

Asegurada la financiación hasta 2013, o al menos en su mayor parte, sólo quedaba tramitar el visto bueno de los departamentos correspondientes de los 27 países de la Unión. Para un proyecto de esta magnitud la unanimidad es importante y no existen antecedentes en sentido contrario; sin embargo, España ha estado a punto de dar la campanada al negarse a firmar el texto definitivo, en el que no se recogía una de sus aspiraciones fundamentales, como era la adjudicación de un centro de control de las mismas características que los asignados a Italia y Alemania.

Sí se le había adjudicado un centro safety of life de servicios y aplicaciones para la navegación y la seguridad aérea, que según algunos observadores es lo que realmente puede ayudar a generar negocio y desarrollar la industria. La validación y certificación de aplicaciones críticas, propias de un centro de este tipo, puede contribuir en mayor medida a la generación de conocimiento y riqueza, aseguran.

Sin embargo, la delegación española, encabezada por el secretario general de Transportes, Fernando Palao -la ausencia de la ministra ha sido al parecer uno de los desencadenantes de la situación-, decidió echar un órdago a la grande y rechazó el texto que fue aprobado por "mayoría cualificada" de los 26 países restantes. Se produjo una notable alarma en algunos miembros del Consejo, según Palao, por el peligroso precedente que suponía. Al día siguiente, a pesar de estar cerrado el asunto, se reanudaron las negociaciones hasta alcanzar un texto con algunas ambigüedades calculadas, pero "con el compromiso claro de la Comisión", según Palao, "de que España tendría el centro que pretendíamos".

El órdago salió bien. Tras un volapié comunitario se tramitó por unanimidad como si se hubiera votado por segunda vez.

Había pasado de nuevo un susto como el de hace dos años, cuando la cerrazón de Aena y sobre todo Hispasat puso en peligro, según el resto de las empresas españolas implicadas, su participación en las fases previas.

La cuota española en Galileo se sitúa en torno al 10%, y los retornos industriales pueden ser incluso superiores al 100%, es decir, las empresas españolas participantes podrían alcanzar una facturación conjunta superior a las inversiones realizadas.

El desarrollo industrial del proyecto Galileo, tanto en el segmento de tierra como en el espacial, corre a cargo del consorcio Esnis (European Satellite Navigation Industries), anteriormente Galileo Industries, formado por las principales empresas europeas del sector, EADS Astrium, Thales Alenia y Finmecanica, junto al consorcio español, Galileo Sistemas y Servicios, que dispone de un 12% y está formado por EADS Casa Espacio, Thales Alenia Space España, GMV, Indra, Sener, Hispasat y Aena.

El peso de Galileo en todas ellas es importante. En algún caso, como el de Thales Alenia España, llega al 20% de su facturación anual, y en GMV o Indra supera también el 10%.

La propuesta de la Comisión aprobada hace unos días divide los trabajos de Galileo en seis segmentos: lanzadores, satélites, programas informáticos, estaciones en tierra, centros de control y sistemas de operaciones. De cada uno de ellos se hará titular una gran compañía que deberá subcontratar al menos el 40% fuera de su órbita empresarial.

Se acercan, por tanto, meses duros y difíciles y sobre todo repletos de discusiones que podrían retrasar una vez más el proyecto. El nuevo sistema de contratación pública supondrá la desaparición de Esni, y serán las grandes empresas de Francia, Alemania, Italia y Reino Unido las que se hagan con la titularidad de los seis segmentos, con un máximo de dos por empresa. Difícil competencia por tanto a ese nivel.

Y difícil también en los siguientes, ya que son muchas las ambigüedades por resolver. En algunos casos incluso "se ha recurrido a los malabarismos, retorciendo un poco la legalidad de la UE en los temas de competencia", señala el director general de GMV, Luis Mayo. "Si vas a la letra pequeña es difícil que haya competencia con las restricciones que se han impuesto". Por otro lado, en algunos casos se ha exagerado tanto la nota que les obliga a "jugar a las comiditas" al tener que repartir contratos de dos millones de euros. Según Luis Mayo, en Galileo hay ahora unas 250 empresas trabajando, "algunas de ellas con participaciones ridículas, con contratos de 200.000 euros que se han dado únicamente por razones de retorno geográfico. Hay ineficiencias muy grandes, está bien que se subcontrate el 40%, pero no a 200 empresas, bastaría con 20".

Calendario y presupuestos

En esta fase de los procedimientos de contratación pública es donde se encuentra la clave del cumplimiento del calendario y de los presupuestos establecidos. Pensar en 2013 como final de la fase de despliegue y comienzo de las operaciones no es descabellado, según todas las fuentes consultadas.

José Antonio Álvarez de Arcaya, responsable de marketing de Thales Alenia España y presidente de Galileo Sistemas y Servicios, la considera una fecha realista. "Vamos a adelantar el lanzamiento de los primeros satélites del IOV (In Orbit Validation) a febrero de 2010 aunque estaban previstos para junio". Pero muestra también sus temores respecto a los procesos de contratación, "si no hay continuidad por ejemplo en las pymes que están terminando su participación en IOV, si no reciben un contrato en un plazo razonable se van a desmantelar equipos, puestos de trabajo y, lo que es peor, el conocimiento".

En cuanto a los presupuestos no hay tanto optimismo, según el presidente de GSS, "todo el mundo sabe que no son reales y no es descabellado pensar que dentro de un año o más habrá que reajustar de nuevo el tema de dinero".

Para entonces la Comisión presentará también su propuesta para adjudicar la explotación del sistema a un operador bajo un contrato en condiciones de cooperación pública y privada que prestarán los cinco servicios previstos originalmente: abierto, comercial, rescate y emergencias, aplicaciones críticas y gubernamental, equivalente al código militar del GPS.









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